Se esta volviendo cada vez más claro que el progreso tecnológico pronto nos hará capaces de modificar la naturaleza humana según nuestro deseo. La meta de realizar el sueño de la eterna juventud, libre de enfermedades y de la muerte, está venciendo sus últimos obstáculos. La posibilidad de cambiar la naturaleza humana ha devenido más aceptable tanto por la incapacidad de justificar el valor del hombre como por la incapacidad de definir sus características específicas y su lugar en la naturaleza. Aún más, esperamos de este “prometeísmo” biotecnológico, la liberación definitiva de la opresión. Los seres humanos serán libres de elegir su identidad y su forma del modo que pidan, se volverán totalmente autónomos y responsables de su forma de existencia, su bios, y, por tanto, de sus elecciones. El post-humanismo en todas sus declinaciones es el proceso de dilucidar los escenarios posibles de un mundo habitado por mutantes, cyborgs, seres híbridos capaces de controlar todos los aspectos de la existencia y de vivir en completa libertad. La ideología de la manipulación humana se desarrolla dentro de la configuración política de la modernidad como una biopolítica -en los términos definidos por Foucault. En este sentido, aquí se argumenta que el posthumanismo es, sin embargo, el resultado y la construcción teórica de la biopolítica. En dicho caso, una forma de resistencia podría ser encontrada en el proceso de reapropiación de la muerte.