Es un texto que enlaza la biopolítica y el biopoder con el arte contemporáneo. El autor realiza un análisis exhaustivo que relaciona a una gama de artistas (fotógrafos, músicos, poetas, etc.) con tecnologías que utilizan y controlan el cuerpo, esto a veces, como una gran analogía propia de una agonía actual de arte. En primer lugar, revisa la obra de artista británico Marc Quinn, examinando el componente biopolítico de categorías que determinan la estética contemporánea, como la abyección, la hiperrealidad y la espectacularidad. Para después introducirse en lo que se conoce como “estética relacional”, en que a través del análisis de algunas obras de Hélio Oiticica y Carsten Höller, desarrolla un debate sobre la posibilidad de un uso crítico de la anatomía política del cuerpo viviente, bajo las actuales condiciones históricas y tecnológicas de las redes de incorporación biopolítica. Por último, el académico del Departamento de Teoría de las Artes de la Universidad de Chile termina planteando el tema del estatuto soberano del artista contemporáneo, donde busca dirimir la implicancia biopolítica de ciertas prácticas performáticas, en especial, de las que convierten a los cuerpos participantes en fuerza operativa que trabaja por la rehabilitación de un rupturismo cada vez más extremo, y cuya disociación del recurso a un cinismo desencantado es también cada vez más difícil de precisar.”